miércoles, 29 de junio de 2011

Despedida

Esta tarde me he despedido de "mis chicos". Como sabéis, desde hace año y medio colaboro como voluntario en un centro para personas con discapacidad intelectual. Esta semana terminan las actividades hasta septiembre, aunque a algunos les veré a primeros de agosto en un viaje a Vigo al que me he apuntado.

Siempre me he considerado una persona comprometida, aparte de el tema político, que tantos quebraderos de cabeza y discusiones familiares me ha provocado (en esto soy la oveja negra de la familia), dentro de mis posibilidades, ocasionalmente he colaborado con ONGs, soy donante de sangre, órganos y médula... Pero a parte de esto, desde hace años tenía ganas de hacer algo de forma más activa, pero no me decidía símplemente porque tenía muy serias dudas de mi capacidad para hacer algo útil en estos ámbitos. El tema es que mis padres me animaron, y aprovechando que por trabajo están vinculados a este centro, fui a informarme, y aunque seguía dudando de mi capacidad para esto, y había algunas cosas que me echaban para atrás como el carácter religioso del centro, hice de tripas corazón, y me apunté como voluntario para ir dos días a la semana. Elegí de actividad manualidades porque se me da bien y está relacionado con lo que he estudiado.

El comienzo fue difícil, nunca había tratado directamente con esta gente tan "especial". Al principio se me caía el alma a los pies cuando les veía. Cómo algunos con 40 años, eran como niños de tres, totalmente dependientes, otros sólo decían palabras sueltas porque no eran capaces de articular una frase, y había alguno que directamente ni hablaba, aparte, hay también gente con nivel más alto con los que se puede mantener perféctamente una conversación que no sea demasiado complicada. Además, la discapacidad intelectual suele conllevar también taras físicas, aparte de la falta de coordinación y los rasgos faciales característicos, muchos, sobre todo los niveles más bajos, tienen más problemas de salud que las personas "normales". Las primeras semanas, me llegaba a plantear si para esta gente merecía la pena vivir así, me parecía un ambiente deprimente, y sobre todo, me sentía muy raro entre ellos, no sabía cómo tratarles, cómo hablarles, cómo iban a reaccionar... estaba cortadísimo, y constantemente me preguntaba "¿qué pinto yo aquí?", y se me pasaba constantemente por la cabeza la idea de dejarlo a las primeras de cambio, pero por suerte, decidí darme tiempo.

Con el tiempo, fui conociéndo mejor a "mis chicos", me fui dando cuenta de que a pesar de sus limitaciones, la mayoría son felices dentro de su mundo, tienen sus amigos, pareja, discusiones... son una gente realmente apasionante. Les voy a echar mucho de menos durante el verano. Se les coge un montón de cariño, tanto a los "mayores" como a los "pequeños". Parece mentira que por ejemplo, una persona que prácticamente inexpresiva, que no habla, y prácticamente no gesticula ni con las manos ni con la cara pueda ser tan fascinante, o los altibajos sentimentales de otra chica de mucho más nivel, que cada semana me va contando las novedades de su relación con un chico del centro por el que está pillada desde hace meses, y que para su desgracia, no parece que le haga mucho caso.

La verdad es que mi caso es un poco extraño dentro del centro, porque la inmensa mayoría son profesionales (que es como debe ser, por otro lado), y los pocos voluntarios que hay son en su mayoría gente que ha trabajado antes o ha hecho prácticas en el centro, o personas más mayores que lo tienen en cierto modo como un hobbie. De todas formas, siempre he pretendido que se me vea como uno más, y no como "el hijo de", que era uno de los temores que tenía, y en general, siempre se han portado muy bien conmigo. Algún profesional me ha comentado que le sorprendía que a mí me relajara y me sirviera para desconectar algo que para ellos es un trabajo duro y quizás no lo suficiéntemente remunerado, pero está claro que no es lo mismo dedicarle a una actividad 5 horas a la semana que dedicarle 40, ni se puede comparar hacer actividades divertidas con duchar a los chicos más dependientes, vestirles o cambiar pañales. Las cosas como son.

Este año, decidí apuntarme también a fúbol-sala, que pensé que sería como jugar con niños, y parece mentira como juegan los chavales, de hecho han quedado campeones de Castilla y León. Algunos me dan mil vueltas tanto física como técnicamente, (aunque ya expliqué en el post anterior que mis habilidades futbolísticas son bastante limitadas), y cuando echamos partidillo termino siempre reventado, aunque no me viene mal hacer algo de ejercicio. Los chicos del equipo en general son nobles, pero muy muy competitivos, se pican mucho, y alguna vez hemos tenido algún entrenamiento más "movidito" de la cuenta, pero en general, la experiencia me ha gustado y espero poder seguir la próxima temporada.

Resumiendo, creo que meterme en este berenjenal ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en los últimos años, y aunque estoy deseando encontrar trabajo, espero que cuando lo tenga, me permita seguir con esto. Así que si nada se tuerce, ¡nos vemos en septiembre! (...y a algunos antes en Vigo)

Foto de una tortuga que hice en la playa de Peñíscola con ayuda de alguno de los chicos

2 comentarios:

Jenn dijo...

Es bonito sentirse útil. Yo por el momento colaboro con una ONG y dono sangre cuando puedo... Se que podría hacer más, pero menos es nada.
En cuanto a asumir la tarea que tu desempeñaste, te honra no haber tirado la toalla, yo no me veo capaz, tengo muuuy poca paciencia para todo.

JBH dijo...

Yo la verdad es que me lo paso tan bien que no tengo la sensación de estar haciendo una buena labor. Lo hago por puro egoísmo, porque me encanta. Ojalá pueda seguir mucho tiempo