domingo, 8 de marzo de 2015

La loca del primero

Os voy a hablar de cómo un vecino puede llegar a amargarte la existencia. Aunque por suerte en nuestro caso no es en nuestra vivienda habitual.
Aunque vivo con mis padres, y mi novia también con los suyos, su familia dispone de un piso vacío, en el que antes vivía su abuela, que falleció hace unos cuantos años. No está para vivir porque hace falta alguna reforma, y ahora mismo no se puede usar la bañera, no hay agua caliente ni gas en la cocina, pero para ir de vez en cuando a cenar y a ver una peli o a dormir los fines de semana, pues nos vale.
El caso es que es un segundo piso, y la señora del primero tiene una hipersensibilidad auditiva que nos trae por la calle de la amargura. Y no, no ponemos la música alta ni organizamos fiestas en el piso.
Hace años, cuando todavía vivía la abuela de mi novia, fueron ella y sus padres a dormir allí una noche porque estaban arreglando el suelo de su casa, y a las 7:30 de la mañana, su madre, después de haberse arreglado para irse a trabajar, se puso los tacones, anduvo los escasos seis pasos que hay del dormitorio a la puerta por el pasillo y salió por la puerta. Pues un rato después, la señora del primero subió, y llamó a la puerta para quejarse de que habían despertado a su marido con los tacones, a lo que la abuela contestó "pues póngale el chupete y que se vuelva a dormir", y cerró la puerta. Por aquella época, también puso una denuncia al supermercado que hay debajo porque cuando abrían la persiana a las 5 de la tarde despertaban a su marido de la siesta. Casi nada.
El caso es que hace un año hemos empezado a utilizar nosotros la casa algunos días, y la señora, que estaba acostumbrada al silencio absoluto desde el fallecimiento de la abuela, no se da cuenta de que cuando se vive en un bloque de pisos es inevitable oír algún que otro ruido, por mucho cuidado que tengamos.
Para empezar, ha habido algún día que después de cenar, a eso de las 11 de la noche, nos hemos levantado de la silla y sin querer la hemos arrastrado un poco. Pues aunque sea un pequeño "tcrrrrr" de medio segundo, enseguida la señora se pone a pegar golpes al techo y a gritarnos "¡dejad de arrastrar muebles, que no nos dejáis dormir!", lo mismo ocurre si se caen unas llaves o cualquier objeto al suelo, o cerramos más fuerte de la cuenta un armario de la cocina. Este mismo fin de semana, a las 12:30 de la noche, a pesar de poner el máximo celo en no hacer el más mínimo ruido, fui a coger el cargador del móvil de la mesilla y se me cayó al suelo. Por lo visto, a la señora le despertó tan magno estruendo, y lejos de cerrar los ojos y volverse a dormir como haría cualquier mortal, se levantó, cogió la escoba y se puso a dar golpes en el techo para llamarnos la atención. El problema es que no acaba aquí la cosa, ya que la señora madruga, y como hayamos hecho el más mínimo ruido, a primera hora de la mañana se puede tirar media hora seguida dando golpes al techo, abriendo y cerrando la ventana de golpe una y otra vez, y gritándonos "¡¡si vosotros podéis despertarme a mí yo también a vosotros!!". Otra forma de venganza matutina es bajar al portal y llamar insistentemente al timbre del telefonillo para hacernos levantarnos, nunca contesta.
Y la más reciente ha sido anoche, que llegamos a casa a las 4 de la mañana. Pusimos el máximo empeño en no hacer el más mínimo ruido, porque sí, cada vez que vamos a esa casa estamos obsesionados porque la señora ni note que estamos ahí. Nos fuimos a la cama, y de nuevo a primera hora de la mañana nos despertó un festival de golpes en el techo y de apertura y cierre brusco de ventana. Enseguida pegamos la oreja al suelo y la oímos gritar que la habíamos despertado... ¡¡al encender el grifo y al tirar de la cadena!!
Es verdad que es un edificio un poco antiguo, quizás no está del todo bien aislado y si afinas mucho el oído se puede llegar a oír cuando el vecino enciende el grifo o tira de la cadena, pero vamos, que hay que afinar mucho el oído, y digo yo que llegemos a la hora que lleguemos a casa, podremos tener derecho a lavarnos los dientes y a hacer nuestras necesidades, digo yo.
En fin, que la señora está totalmente trastornada, está amargada y nos amarga la vida a los demás. Si quiere vivir en un silencio absoluto que se compre un chalet en medio del campo, pero esto es demasiado, no sólo por sus métodos de "venganza", sino porque nos hace estar continuamente obsesionados de que no caiga nada al suelo, cerrar las puertas muy suavemente, levantarnos y sentarnos sin arrastrar la silla lo más mínimo, bajar la persiana super despacio...
Si a alguien se le ocurre alguna idea para solucionar este conflicto, o símplemente quiere darnos ánimos,  o dejar constancia de que ha leído este desahogo, espero vuestros comentarios

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