lunes, 12 de septiembre de 2011

Enjaulado


Media vida encerrado en una jaula. Unos cazadores me rescataron tras muchos años atrapado en una cueva en lo más profundo de la selva, pero ante la duda de si era un animal salvaje o podía ser domésticado, me encerraron en una jaula de la que ahora quiero salir.

Soy un animal en peligro de extinción. No sirvo para proteger la casa ni como animal de carga, a pesar de mi apariencia robusta no tengo demasiada fuerza y soy bastante miedoso. Tampoco soy agresivo, aunque de cachorro tuve alguna trifulca con quienes me hicieron entrar en la cueva, pero ahora sería incapaz de matar una mosca.

Muy poca gente se ha planteado llevarme a su casa, ya que no soy perro ni gato, y la gente suele ser reacia a adoptar animales exóticos. Sólo una persona se atrevió a sacarme de la jaula y a llevarme con ella, demostré que no soy peligroso y que soy dócil, quizás demasiado, pero una enfermedad suya y un ataque de ceguera y sordera que sufrí yo durante ese tiempo provocó que no me pudiera mantener y tuviera que volver a ser enjaulado. Vino a visitarme durante algún tiempo en el que yo miraba con cara de pena para que volviera a llevarme a su casa, pero terminé por esconderme debajo de la manta en las siguientes visitas, ya con la vista y el oído recuperados, y por no dejarme sacar de la jaula cuando por fin se decidió a volver a llevarme, tras lo cual, pasado algún tiempo, desistió y terminó por comprarse un perro.

Poco después, hubo un par de visitantes que se atrevieron a meter la mano entre los barrotes y a acariciarme, pero no pasaron de eso. Desde entonces, veo diariamente desde mi jaula como otros animales son paseados diariamente por sus dueños. Últimamente, he podido ver como había gente que se acercaba a la jaula mostrando curiosidad por mí, pero un temor, quizás infundado, a que los barrotes estén electrificados me impide acercarme. Otras veces he tratado de demostrar a algunos visitante curiosos que me hacían carantoñas que sé coger comida al vuelo, devolver un palo si me lo tiran o sentarme y dar la patita, pero o no les seducía la idea de llevarse a casa un bicho raro como yo, o ya tenían mascota.

Recientemente, han colocado a mi lado otras jaulas con gatos a los que la gente viene a visitar y con los que me comunico y mutuamente nos compadecemos. Algunos ya han pasado por varios hogares y seguramente no tardarán en ser adoptados de nuevo esperando no terminar en una gasolinera, pero no pierdo la esperanza de ser el próximo en salir. Los años que pasé en la cueva me marcaron mucho, pero quiero demostrarme que no tengo nada que envidiar a los animales domésticos tradicionales.

No hay comentarios: