martes, 9 de agosto de 2011

Fin de la aventura gallega y vacaciones

Ayer llegué a casa tras diez días en Vigo con los chicos. La experiencia ha sido positiva y me lo he pasado bien, pero no puedo negar que tantos días se me han hecho largos, que ha sido estresante y que he tenido momentos de bajón. Aunque también tengo que decir que ha sido el viaje en el que más he aprendido.

En esta ocasión, ya durante el viaje de ida tuvimos una conversación los tres cuidadores que íbamos en la que entre otras cosas, quedamos en que si algo no nos gustaba, decírnoslo, y así ha sido, y me he dado cuenta de que todavía me queda muchísimo por aprender y por conocer a muchos de los chicos.

Para empezar, tengo el problema de que por mi forma de ser, me cuesta muchísimo echar broncas, y a veces era demasiado permisivo con algún comportamiento inadecuado de alguno de los chicos. En concreto, había uno que me desesperaba. Era el más joven de todos los que viajaban y uno de los más jóvenes del centro. Me da pena porque tiene un nivel bastante alto pero unas habilidades sociales pésimas y demasiado ego. Apenas se relaciona con sus compañeros, quizá porque los considera inferiores, y como yo al principio no le paraba los pies, siempre intentaba ponerse a mi lado en las comidas o ir conmigo en las excursiones para ponerse a hablarme sobre la energía solar, sobre geología o sobre la resistencia de la piedra con respecto al ladrillo. El chico lee, investiga en internet, y es bastante culto para la discapacidad que tiene, y trata de demostrar que en algunas cosas puede saber más que las personas "normales", y como si no se le corta es capaz de dar la chapa durante horas, aburre hasta a las piedras. Aparte de esto, tuvo bastantes roces con algunos compañeros debido a su ego y a que siempre está a la defensiva. El chico es muy joven, lleva sólo un año en el centro y espero que vaya espabilando con el tiempo, capacidad creo que tiene. Por otro lado, había un hombrecillo con síndrome de Down super cariñoso, que se puso a llorar el último día cuando nos despedimos, y que además nos dio una sorprendente lección de dignidad en una discusión con el chico del que hablaba antes, de bastante más nivel que él. También me reía mucho con uno que está conmigo en el equipo de fútbol sala que iba casi siempre con camisetas del Real Madrid y no paraba de hacer bromas y hablar de fútbol, y en total, 16 chicos cada uno con "sus cosas".

Aparte de todo esto, he visto a unos amigos de Vigo que hacía años que no veía, he conocido las Islas Cíes, que son una pasada, me he puesto como un cangrejo y he degustado decenas de pinchos. Hay que importar a la meseta esa costumbre de servir siempre un pincho con la bebida aunque no lo pidas o un bollo/bizcocho con el café.

Ahora el plan es descansar esta semana que tengo vacaciones, ponerme a pintar a partir de mañana, ir algunos días a cebarme comer a casa de mis abuelos, beber moscatel con su correspondiente zapatilla en el Peni en buena compañía, y para los próximos fines de semana, tengo en la agenda varios concursos de pintura rápida, a ver si de una vez por todas rasco algún premio. Y por supuesto, que dentro de dos semanas empieza la liga y ahí volveremos a estar al pie del cañón.

Vista aérea de las Islas Cíes

1 comentario:

Jesús dijo...

Seguro que el viaje dio para mas de una anecdota, que tal contarla en nuestro concurso de relatos cortos y cortisimos.